jueves, 25 de febrero de 2010

¿Merece la pena compartir en redes sociales todo lo que hacemos?

Internet, las redes sociales y muchos de los nuevos servicios que llegan al mercado proponen a los usuarios compartir muchas cosas: pensamientos, reflexiones, lugares a los que acudimos… La última moda es compartir qué compramos y dónde lo hacemos.

Los servicios sociales de agregación y seguimiento, como FriendFeed o Google Buzz son la última moda en Internet. A ellos se suma ahora otro servicio, Strings, que hace un seguimiento de nuestras compras.

En general, todos estos sitios permiten al usuario compartir con un amplio grupo de personas su actividad diaria y, para ello, no sólo facilitan a la persona publicar sus comentarios, sino que los complementan con la actividad que lleve a cabo en otros sitios sociales, como Twitter, YouTube o Google Reader, por ejemplo. El riesgo, como siempre, es que se acaben publicando muchas más cosas de las que el usuario quería, lo que siempre origina quejas respecto a las cuestiones de intimidad y privacidad.

Algunos de estos servicios de seguimiento van más allá de la simple actividad social. Por ejemplo, Blippy, un servicio que hace un seguimiento de las “compras favoritas” realizadas con cualquier tarjeta de crédito en una serie de tiendas on-line.

En algunos de estos sitios, se exige al usuario, además, que facilite sus credenciales (usuario y contraseña) de otras redes sociales para hacer un seguimiento completo. Algo que entra en contradicción con las normas elementales de seguridad de no facilitar las contraseñas a ningún servicio o persona. Cada vez que se facilita esta información a un tercero, cometemos un riesgo: si los servidores de esta empresa son atacados y se accede a la base de datos, los piratas tendrían acceso a nuestra información de acceso e incluso de nuestra tarjeta bancaria. Además, no hay que olvidar que la mayoría de las personas utilizan siempre el mismo usuario y la misma contraseña para todos los sitios web.

Además, el riesgo de nuestros datos puede no estar siempre ahí fuera. Así, por ejemplo, en la política de privacidad de Blippy se lee que esta empresa “puede vender, transferir o compartir algunos o todos sus activos, incluyendo su información de identificación personal”.

No obstante, para algunos el futuro es abierto y puede no haber nada mejor que compartir todo de manera on-line, puesto que así se desarrolla una sociedad y una cultura más transparente y colectiva. La máxima es “no eres lo que tienes, eres lo que compartes” (si es que puede tener interés saber qué es lo que compras).

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