Todos hemos tenido experiencias con gente que se acerca demasiado para hablar. A veces una compañera de universidad que no sabemos si es miope o le gustamos, a veces un compañero de oficina que te cuenta un chisme a 5 centímetros y encima escupe al hablar… en fin, hay casos más desagradables que otros, pero todos conocemos, creo, esa sensación de inquietud cuando alguien invade nuestro espacio personal, eso que los fans de la serie Evangelion identificarían con el AT Field.
Considerando que en circunstancias especiales (como viajar en metro) esa incomodidad se atenúa o desaparece, los científicos siempre habían estimado que era una noción sociocultural pero, casi por accidente, Ralph Adolphs, profesor de sicología y neurociencia en Bren, y su alumno el Dr. Daniel P. Kennedy descubrieron que hay un núcleo físico que controla ese espacio personal, y la sensación de incomodidad cuando éste es vulnerado.
Todo empezó cuando ambos estudiaban a S.M., una paciente de 42 años con un extenso daño en el área del cerebro conocida como amígdala, no esas que tenemos en la garganta sino un corpúsculo que cada hemisferio de nuestro cerebro tiene más o menos en la mitad del lóbulo temporal. La paciente S.M. es una de las pocas personas en el mundo con una lesión bilateral prácticamente completa. En otras palabras, tiene ambas amígdalas inutilizadas.
S.M. mostraba incapacidad de reconocer ciertas emociones en la cara de otras personas, y al mismo tiempo se mostraba demasiado amistosa incluso con gente que apenas conocía. Intrigados por su comportamiento, la eligieron como marco de referencia para un estudio que denominaron “Stop Distance”, destinado a medir a qué distancia dejas de sentirte cómodo cuando un desconocido se te acerca: Mientras S.M. mostró una ligera reacción a 34 cm de distancia, los otros 20 voluntarios detenían la prueba a un promedio de 64cm.
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